Un lugar con alma.
Un hogar con historia

 

Pardavila 57, Slow Hotel no nació de la nada. Nació de una casa. De una camelia. De unas vigas puestas por un abuelo maderero en los años 60. Nació de las comidas familiares, de los juegos en el patio, de las viñas que se cuidaban con mimo y de las manos que lavaban la ropa en el lavadero que hoy es una fuente. Nació de las risas, pero también del recuerdo de quienes ya no están y dejaron huella: una abuela, una madrina, un padre.

Esta casa fue siempre un lugar de puertas abiertas. Aquí, Benita, la abuela, reunía a sus amigas, y nosotros —mi hermano y yo— correteábamos mientras ella se sentaba bajo la camelia, en el mismo rincón donde sigue floreciendo. Era una casa viva: se comía con los jornaleros, se recogían las uvas, se escuchaban las conversaciones en la cocina. Una casa que fue hogar, refugio y, durante muchos años, motor de vida para nuestra familia.

Con el tiempo, la ganadería y la madera dieron paso a la pesca. Mi padre compró un barco, el Segundo Río Sil, y desde ahí comenzó su aventura empresarial. Esa historia de esfuerzo, de trabajo en tierra y mar, la hemos querido dejar visible en cada rincón del hotel, en los materiales, en los detalles, en el alma del proyecto.

Hace 25 años me fui a vivir a Madrid y la casa empezó a apagarse. Ya no había risas, ni meriendas, ni juegos. Solo silencio. Hasta que un día decidí empezar por el tejado. Y ese tejado me llevó a un sueño: recuperar lo que fue, y compartirlo. Así nació este proyecto. Primero como casa rural, después como hotel, con cenador, jardín, piscina y habitaciones que miran al verde.
Hoy, Pardavila 57 Slow Hotel es un homenaje. A mis padres, a mis abuelos, a mi pueblo. Y a todas las personas que buscan un lugar donde el tiempo se detiene y el cuerpo respira.

Aquí el mar se intuye desde el mirador. El campo se huele al despertar. La naturaleza rodea todo, desde los senderos hasta el Lago de Castiñeiras, a apenas un paseo. Aquí se vive despacio. Como antes. Como siempre.
Queremos que al alojarte aquí sientas que estás en casa. Pero en una casa que invita a parar. A reconectar. A compartir. A vivir.

Bienvenidos a Pardavila 57, Slow Hotel.

Ángel Bernárdez Loira